Por: Eulogio Santaella
Si no se iban a eliminar los apagones, ni se iban a reducir las tarifas, ¿para qué el presidente Medina dedicó más de tres mil millones de dólares a Punta Catalina? ¿Por qué tiene prisa de venderla ahora, al no ser imprescindible el cambio de dueños en los próximos meses? Esa artificial e inusitada urgencia contrasta con el hecho de que Danilo, al mes de juramentarse en 2012 canceló una licitación de la CDEEE para instalar entre 1,000 y 1,500 MW de nueva generación de bajo costo con inversión privada, sin el Estado aportar capital, garantías o avales. Solo faltaba que oferentes ya precalificados sometieran sus propuestas técnico-económicas para declarar los ganadores. Las plantas de gas natural habrían comenzado a generar a principios del 2016, hace ya 4 años, y todavía Punta Catalina no entrega el total de su energía continuamente. Descartando caprichosamente esas plantas privadas Medina retrasó nuestro desarrollo eléctrico varios años.
Con Punta Catalina ha habido decisiones apresuradas y otras postergadas. CDEEE contrató con Odebrecht de prisa, de manera ilegal, sin la autorización del presidente Medina, que otorgó el poder a posteriori, después de firmado el contrato. Danilo decidió, irreflexivamente, continuar con la construcción de la planta a pesar de que el Eximbank, por las leyes de Obama sobre carbón, canceló el préstamo que se habría negociado en principio. El Presidente siguió adelante, sin el imprescindible “financial closing” o cierre financiero, sin tener asegurados los fondos para el proyecto, lo que provocó múltiples atrasos. Se proclama que Punta Catalina producirá beneficios de 250 millones de dólares anuales. Si eso fuera cierto. ¿Por qué venderla? ¿Por qué vender el 49% en 305 millones de dólares? Bajo esas premisas, quien aporte 305 millones de capital tendría beneficios anuales de 125 millones de dólares, recuperando su inversión en menos de 3 años.
Danilo y sus colaboradores han condenado pública y recurrentemente la supuesta codicia de generadores privados ¿Por qué ahora Medina querría privilegiarlos concediendo a un sector privado innominado una rentabilidad desorbitada, según cifras de su Gobierno? ¿Cuál es la prisa de vender el 49% de Punta Catalina existiendo un pasivo contingente de 708 millones de dólares sometido a arbitraje? Cualquier operación concertada sin incluir todos los costos, sin transparencia, será repudiada militantemente por la ciudadanía. Los costos financieros, las asesorías, los estudios, los diseños y los arrendamientos son parte de la inversión de Punta Catalina, de acuerdo a los principios contables y, por tanto, no deben ser maliciosamente ocultados.
Lo apropiado sería intentar vender el 100% de Punta Catalina, recuperando la totalidad de lo gastado y dedicar esos más de 3,000 millones de dólares a reducir la deuda externa. Punta Catalina tiene costos altamente inflados por falta de ética y vergonzosas ineficiencias. El presidente Medina sabe bien que “costo agregado no es valor agregado” y que sería imposible conseguir un comprador que asuma todos los activos y pague todas las deudas del proyecto. Entregar el 49% de Punta Catalina a un comprador privado, por tan solo 305 millones constituiría un acuerdo “inaceptable” -como calificó Danilo el contrato con Barrick- que se agravaría al dejar fuera los 708 millones del arbitraje. No es posible concertar un acuerdo sobre Punta Catalina que goce del apoyo ciudadano, haciendo abstracción de los 708 millones del arbitraje. Entregar la masa de beneficios a los privados mientras el Estado se queda con el hueso de todas las deudas sería un pecado mortal de Danilo. El sector eléctrico ha provocado un endeudamiento de 13,000 millones de dólares y, de acuerdo a lo divulgado, la venta no reduciría la deuda. Tan solo habría cambio de deudor y el Estado, ya de por sí endeudado, sería prestamista de la nueva compañía, financiando mucho más de mil millones de dólares.
A Danilo no le importa el tiempo ni tiene premura con Odebrecht, aceptando complaciente un atraso de más de 2 años, sin cobrarle la penalidad contractual de 194.5 millones de dólares y sin demandarla por otros daños y perjuicios. En cambio, quiere negociar Catalina súbitamente, en pleno período pre-electoral, lo que sería una decisión temeraria e irresponsable. Medina, estudioso de Mao, conoce la máxima de “El Gran Timonel”: “Una sola chispa puede encender toda la pradera”. En consecuencia, la venta debería esperar el laudo del arbitraje y que sean las próximas autoridades quienes decidan el destino del proyecto. El presidente Medina compró a Punta Catalina en el pico de su popularidad, cuando teatralmente calificó como “inaceptable” el contrato con Barrick. Ahora que quiere vender Catalina, Danilo no tiene la aceptación de aquella época y la ciudadanía lo rechazará a él y a su “Penco” votando por Abinader y recitando versos de Neruda: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
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