Por qué mataron al piloto Murphy?
Desaparece el piloto Gerald Lester Murphy, piloto que trajo al país a Jesús de Galíndez

A diferencia de Jesús de Galíndez, cuya familia en España no podía recurrir al gobierno del dictador Francisco Franco para reclamar una investigación que arrojara luz sobre tan misteriosa desaparición, el piloto Gerald Lester Murphy, de apenas 23 años de edad, era un norteamericano en pleno goce de sus derechos ciudadanos, que mantenía contacto con padres preocupados por su seguridad y bienestar, al igual que con su novia, Sally Caire, también norteamericana, quien laboraba como azafata de Pan American Airways. Una vez enterados de que Murphy había muerto en República Dominicana bajo circunstancias no muy cristalinas, tanto sus padres como su prometida no titubearon en gestionar la asistencia de una firma de abogados, de dos congresistas del Estado de Oregón (de donde eran oriundos), así como la intervención de la Embajada norteamericana en Santo Domingo.
Especialistas y estudiosos del “caso Galíndez” coinciden respecto de que su desaparición y asesinato no le ocasionaron a Trujillo tantos dolores de cabeza como los que desencadenó el crimen del piloto Murphy. ¿Por qué fue menester segarle la vida a ese ciudadano norteamericano? Murphy era un joven ambicioso, con deseos de superación profesional para acumular riqueza económica. Padecía de miopía complicada con daltonismo y por tal motivo nunca pudo obtener licencia como piloto de la Fuerza Aérea; tampoco para líneas aéreas comerciales en los Estados Unidos.
La oportunidad que tanto deseaba para generar buenos ingresos económicos, se la proporcionó un “trabajo especial” para el cual fue contratado: transportar en vuelo privado, desde New York a República Dominica, a un millonario enfermo ya en fase terminal, según le informaron, y cuyo último deseo era despedirse de sus familiares. Al cabo de poco tiempo, Murphy se vio residiendo en un país paradisíaco, con un empleo bien remunerado como copiloto de la Compañía Dominicana de Aviación, en donde recibía un trato algo privilegiado, además de que -más importante aún- su nueva situación laboral le permitía manejar sumas de dinero que jamás imaginó. Sin embargo, tan pronto el caso del profesor vasco adquirió dimensiones de escándalo internacional, a Murphy no le resultó difícil concluir que el vuelo realizado por él, la noche del 12 de marzo de 1956, cubriendo la ruta New York-Miami-República Dominicana, fue con Jesús de Galíndez a bordo.

Concluida la “Operación Galíndez” en forma hasta cierto punto exitosa, el piloto Gerald Lester Murphy se radicó temporalmente en el país. Ingresó como copiloto a la Compañía Dominicana de Aviación con un sueldo privilegiado, superior incluso al de algunos pilotos profesionales con mucha mayor experiencia. Murphy, joven inexperto, malinterpretó el trato especial que le dispensaba el gobierno de Trujillo. Y como desconocía cuál había sido realmente la misión para la cual fue contratado, jamás sospechó que su nuevo status en el país obedecía a una estratagema oficial para mantenerlo vigilado y bajo control mientras el caso Galíndez perdía vigencia en los medios de comunicación norteamericanos.
Sin embargo, tan pronto se hizo evidente la fecha en que desapareció Galíndez -el mismo día en que Murphy pilotó un avión para República Dominicana-, este reconoció que el “paciente” en fase terminal que tuvo como pasajero, era precisamente el profesor vasco. Sea porque tal sospecha lo asustara (pues acaso no habría aceptado dicho trabajo de saber que se trataba de un secuestro), lo cierto es que Murphy incurrió en el error de hablar más de la cuenta y cometió no pocas indiscreciones que le costaron la vida. Como copiloto, Murphy realizaba “trabajos especiales” que le asignaban los servicios de espionaje de la dictadura. En principio, su contacto principal era el coronel Salvador Cobián Parra, a la sazón encargado de Inteligencia Militar, y con quien entabló especial amistad.
Cuando se decidió eliminar físicamente a Murphy, al parecer Cobián tuvo dudas para cumplir tan severa encomienda. Entonces, sorpresivamente, el 28 de noviembre de 1956, el propio coronel Cobián Parra fue asesinado en su oficina por un sujeto no identificado.
La noticia alarmó tanto a Murphy, que le confesó a un amigo: “Dios mío, qué voy a hacer ahora. Ellos han asesinado a mi protector”. Entonces el joven piloto decidió abandonar el país: renunció de la CDA y se dispuso a vender su vehículo y otras pertenencias, pues tenía planes de casarse y radicarse en Miami.
El 4 de diciembre de 1956, es encontrado abandonado, cerca de Ciudad Trujillo, el coche del piloto estadounidense Gerald Lester Murphy.
Bajo la presión de los familiares, sus representantes en el Congreso y el Departamento de Estado de EE.UU., se presionó al gobierno dominicano para que se determinara su paradero.

El gobierno sugirió que Octavio de la Maza, también piloto de CDA, y Murphy tuvieron una pelea, como resultado de la cual Murphy cayó de un acantilado en el Mar Caribe.
De la Maza fue detenido y encarcelado, pero se negó a admitir cualquier implicación.
El 7 de enero de 1957, fue encontrado ahorcado en su celda con una nota de suicidio y un reconocimiento de participación.
Sin embargo, las circunstancias de su «suicidio» daba a entender que fue «puesta en escena» y su nota fue declarada falsa por el FBI.
En un juicio en los EE.UU. contra John J. Frank, en noviembre de 1956, como agente no registrado del gobierno dominicano, se permitió establecer una conexión entre Jesús de Galíndez, desaparecido en Nueva York meses antes, y Lester Murphy.
En el mismo se afirmó que Galíndez había estado siendo vigilado por el gobierno dominicano durante algún tiempo, por escribir una tesis sobre Trujillo y su familia.
Los agentes del gobierno dominicano habían ofrecido 25.000 dólares para comprar el manuscrito, pero Galíndez se había negado. Así que, Trujillo decidió que Galíndez tenía que morir.
Murphy fue asesinado y su cadáver nunca fue encontrado
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