SÍ, me quedo en casa

«Pero, por suerte, estamos en la primavera, estamos en el mes de abril y abril y la primavera siempre tocan las campanas reivindicativas»

Sí, me estoy quedando en casa y se me agotan las reservas de alimentos. Y aunque devoro libros y navego en un ciberespacio congestionado que acusa irresponsabilidades y desaciertos, también aplaude los heroísmos de médicos, paramédicos, policías y militares que desafían al coronavirus con la coraza de un corazón fortalecido de amor en cada rincón del planeta. Sí, me estoy quedando en casa y comprendo que, al quedarme, no sólo me aíslo, sino que aíslo la posibilidad de los contagios sobre mí y de mí sobre los otros. Al quedarme en casa, rememoro soledades y abandonos y me fortalezco con los mensajes solidarios de un mundo atrapado entre un agente infeccioso microscópico y la sorpresa de saberse indefenso —y tan achicado— que sólo recurre como arma esencial de combate a una frase: «¡Quédate en casa!»… Y aquí estoy, quedándome en casa hasta que mi cuerpo y la despensa de alimentos aguanten, porque los que no contamos con tarjetas clientelistas como solidaridad y otras, cuando el quedarnos en casa se torne cárcel y desamparo, quedaremos a la deriva de lo que Dios quiera. Pero, por suerte, estamos en la primavera, estamos en el mes de abril y abril y la primavera siempre tocan las campanas reivindicativas que anuncian los cambios profundos.
Sí, me estoy quedando en casa.
1 de abril de 2020
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