El Timing

“El danilismo cree que el coronavirus
le librará de Najayo y la desintegración del PLD.
Ignora que el peso de sus delitos es mayor que cualquier pandemia.”
Efraim Castillo
Qué es el timing? ¿Con qué se come eso? Esas preguntas deberían responderlas los que dirigen las estrategias electorales del PLD, para quienes el timing es un péndulo que puede definir el futuro político de esa organización, sujeta a ganar el torneo del próximo 5 de julio para evitar que varios de sus dirigentes sean sometidos a la justicia e impedir que una sustancial parte de su militancia emigre hacia La Fuerza del Pueblo, el partido con que Leonel Fernández aspira a reivindicar en el país la casi extinta ideología del boschismo. Por eso, los estrategas peledeístas han estructurado una táctica de vaivén elástico, en donde los argumentos y persuasiones propagandísticos se ajustan al discurso de la pandemia que nos azota.
Pero también tendrían que responder esas preguntas los estrategas electorales de los partidos opositores [principalmente los del PRM], a los que el virus les ha confundido la maniobrabilidad y los ha situado en un ángulo defensivo que no existía antes del virus, debido a que los resortes del paternalismo con que ha manipulado el oficialismo la crisis —ejercido desde la plataforma de un miedo anexado a la dádiva—, no representaba un crecimiento para su candidato. Por eso, para los estrategas del oficialismo, la pandemia les cayó del cielo, fue como un salvavidas al cual se asieron ante el empuje avasallador de la oposición en el mes de marzo. Y fue a partir de esa estruendosa derrota del danilismo cuando éste comenzó a maniobrar desde dos plataformas y su estrategia marcó un nuevo giro táctico:
a) adaptó sus acciones al discurso de la pandemia, convirtiendo las ayudas privadas e internacionales a su favor; y b) acorraló a la oposición a través de las repetidas medidas de emergencia y los toques de queda, permitiendo a su candidato repartir limosnas a manos llenas desde vehículos gubernamentales camuflados con eslóganes de la campaña oficial.
Eso, mientras el Ministro de Salud ofrecía [y ofrece] noticias benignas y esperanzadoras que sólo ellos pueden afirmar acerca de una contaminación viral que ha sido mal manejada desde los primeros contagios. Desde esas tácticas, el danilismo ha adaptado los recursos del poder [los servicios gubernamentales de espionaje, la fuerza pública, la publicidad oficial, etc.] y los ha unido a la podrida servidumbre de vocingleros que cuestan al tesoro público miles de millones de pesos anuales.
A menos de un mes de las elecciones presidenciales y congresuales, el timing, esa parte vital e invalorable en donde el tiempo —más allá del reloj— tiene que aquilatarse como un aliado del que depende el triunfo o el fracaso de la campaña política, constituye el momento sagrado de la acción, en virtud de que determina el antes y el después, el instante en que las estrategias alcanzan la proporcionalidad de la acción.
Por eso, la oposición liderada por el PRM debe evadir ripostar las encuestas amañadas y mantener las propuestas del cambio exigido por el país, blandiéndolo como el concepto que impulsó la candidatura de Abinader.
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