
Desde hace más de seis meses he estado insistiendo en recurrir al “referendo” para establecer una respuesta democrática al asunto éste de las tres causales que permitirían el aborto de forma legal. A finales de diciembre publiqué en este mismo medio un artículo titulado: “Con causales o sin ellas, hay que pasar la página” y desde mi tribuna particular y cotidiana, Canal América, Optimum, canal 1014, Bronx NY, trato el asunto con cierta regularidad.
No puedo negar mi halago cuando el presidente Abinader declara desde España que buscará la forma legal de someter la cuestión a la consideración del público que, a fin de cuentas, tiene la última palabra en ese asunto del aborto selectivo. Pero, tampoco puedo ocultar que los dos sectores enfrentados, “las iglesias”, de una y otra denominación y la llamada “sociedad civil”, se oponen a que se le pregunte al pueblo común y corriente lo que piensa sobre este espinoso tema.
A lo que realmente temen, no es a la respuesta del pueblo sino, más bien, a las consecuencias de esa especie de confesión pública que hará la población, pues, tiene complicaciones a futuro, para uno y otro sector en pugna. Ellos saben que se “juegan la faja”, como dice el pueblo trabajador. Por eso oímos toda clase de argumentos, en contra y a favor; algunos muy bizarros y otros tan insulsos como desfasados.

El principal de estos razonamientos es una especie de galimatías de comienzos de la Era Cristiana, que fue expuesto con el mismo ardor que Torquemada solía justificar las barbaridades de la Inquisición, por un personaje traído para tales fines por la iglesia católica. Me recordaba a aquellos luchadores que importaba la empresa Dominicana de Espectáculos para enfrentarlos al “campeón de la bolita del mundo”, Jack Veneno, recientemente fallecido.
La diferencia es que, en este caso, los “Jack Veneno” que lo enfrentaron fueron derrotados por el campeón argentino del argumento baladí Agustín Laje, a pesar de que, el gladiador extranjero, ni siquiera pudo convencer a su propia gente de la justeza de su causa. Y no fue porque los nuestros no tuvieran conocimientos sino, porque no estaban “rankeados” para este tipo de combate.
Pues, les digo que, los eclesiásticos del patio repiten una y otra vez, desde antes de llegar Laje que: “los derechos fundamentales de la gente, no se pueden someter a plebiscito, consulta popular o referendo”. Y yo, imbuido de la timidez propia de un muchacho educado con los padres jesuitas, me pregunto: ¿por qué no? ¿qué ley lo impide? ¿dónde está escrita? y, lo más importante, ¿quién lo estableció?
Lo mas extraño es que, ese mismo argumento es esgrimido por los contrarios, o sea, por los feministas y pro tres causales (que somos muchos). Este común pensamiento entre las partes encontradas, a pesar de que quiebra el espíritu del discurso del bando liberal, me indica a mí que, mansos y cimarrones les temen a un enemigo mutuo. Se infiere que, ese “cuco” al que temen ambos grupos, no es el resultado del referendo por sí mismo sino, lo que va a significar para el futuro del bando perdedor.
Personalmente estoy casi seguro de que, se opondrán al método planteado por un servidor y que ahora es, felizmente, secundado por el presidente Abinader. En la medida que avancen los trabajos para votar la ley que organice la consulta, se irá quebrando la intensidad de la lucha en uno de los bandos. Y yo husmeo que será en el de los conservadores; porque son los que más pueden perder si el resultado les resulta adverso.
¡Qué paradoja!
Los que tienen más chance de ganar un plebiscito, no se atreven a arriesgarse porque -como sucede en el juego de póker- si pierdes tu “resto” te paras de la mesa. Probablemente cedan ante el hecho inevitable de ver aprobadas las tres causales que permitan el aborto de la forma especial que plantea buena parte de la sociedad. Sólo falta por ver hasta dónde llega la voluntad de Abinader con la implementación del “referendo consultivo”; porque sería un logro trascendental de su gobierno.
Lo que deseo ahora, para terminar, es darle algunas puntadas a la discusión no deseada por muchos de los actuales protagonistas. Quiero, aunque sea para comenzar el diálogo, que me expliquen en qué se fundamenta eso de no poder someter a discusión pública lo que se entiende como un derecho fundamental de las personas.
Son “derechos fundamentales” porque en algún momento de la historia se les otorgó tal categoría; y quien lo hizo fue la humanidad, que consideró positiva tal distinción y la incluyó en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entre otras grandes iniciativas mundiales.
Mas luego -y desde antes- países avanzados lo agregaron a sus respectivas constituciones y, en consecuencia, lo convirtieron en derechos inalienables de la ciudadanía. Tener derecho a la vida, a la libertad plena, a la privacidad, a la felicidad, al libre tránsito, a procrear, a la libre expresión, a la libertad de culto, etc.…etc., no son logros divinos sino, del hombre que Dios creó.
Se consideran “derechos no enajenables de los seres humanos, porque los propios seres humanos así lo determinaron” y solamente los mismos seres humanos tienen el derecho a modificarlos, cuando entiendan que tales cambios van en beneficio de la humanidad.
Con esta declaración, sólo espero comenzar un debate franco y civilizado entre mis amigos, aunque tengamos posiciones encontradas.