Un negro haitiano, aunque los haitianos tienen su “feeling” que los distingue claramente como seres de esa nacionalidad
El sector de mayor crecimiento en la economía dominicana para nadie es un secreto es el turístico. Pedirles a los ciudadanos norteamericanos que se cuiden si viajan a República Dominicana porque las autoridades aduanales le dan un trato desigual a los negros norteamericanos que nos visitan, es burdo y agresivo un golpe bajo contra la estabilidad de la macroeconomía dominicana. Es solo una de sus acostumbradas calumnias, dirigida a otros propósitos, que todo dominicano con dos dedos de frente puede deducir.
El otro cuento, que parece como “el redescubrimiento de América” sacado de una novela de terror, es el que dice que en Migración se está apresando a los dominicanos negros con la intención de deportarlos hacia Haití. Esta mentira es más grande que la isla de Santo Domingo. No descarto algún caso aislado, porque en un país de negros y no tan negros, no todos los agentes de migración tienen la misma capacidad para distinguir entre un negro dominicano y un negro haitiano, aunque los haitianos tienen su “feeling” que los distingue claramente como seres de esa nacionalidad.
Lo que nos dicen “entre líneas”, de manera groseramente diplomática, es que somos xenófobos, racistas y nazis, con todo lo que esos adjetivos significan. Lo que hacen es defender a los haitianos. Pero se olvidan que nosotros tenemos una inmensa población negra, porque aquí fueron traídos negros africanos de diversas etnias de aquel continente, negros norteamericanos, de las Bahamas, Caicos, Turcas, Islas Vírgenes, Dominica, Martinica, entre otros, que se integraron con la población dominicana, produciendo el natural mestizaje. Pero no solo eso, sino que se integraron a la dominicanidad sin hacer ningún tipo de reclamo. Asumieron la nacionalidad dominicana siguiendo los requisitos que fija la ley y punto. A diferencia de los haitianos, que reclaman todos los derechos del mundo que les han sido negados en su país, y si no los complacen en la forma y o modo en que ellos lo requieren nos denuncian en los tribunales internacionales y solicitan graves sanciones contra nuestra nación, basados en su Constitución obsoleta que todavía dice que la isla es única e indivisible lo cual es una verdad de Perogrullo; lo que no quieren entender es que esta es una isla habitada por dos naciones. No porque haya dos países, sino porque lo que define la nacionalidad fundamentalmente es la cultura soportada en parte por la razón étnica, pero además y es lo más importante, por la lengua, los mitos, leyendas, tradiciones, creencias, costumbres e historia, entre tantas variables. Esto es lo que nos identifica, al igual que nos separa. Y los Estados Unidos en este caso siempre ha estado a favor de Haití. Cuando el Protocolo de Arbitraje tras los incidentes de 1910, fue Estados Unidos quien se prestó para ser el Mediador. Pero demostró ser un mediador parcializado con el país vecino. Y total, los haitianos lo que hicieron fue aprovechar esa parcialidad para mudar sus pueblos a territorios fronterizos del lado dominicano para que los norteamericanos les reconocieran su posesión tal como ocurrió, violando nuestra soberanía territorial.
En síntesis, los norteamericanos aprovechan esta coyuntura para acusarnos, porque tienen el compromiso de aliviar el peso poblacional de Haití, y a quien mejor le acomoda en la República Dominicana, ellos no pueden ignorar el conflicto histórico que ha caracterizado a estas dos naciones. Lo vienen logrando con la obligación y atadura de manos al gobierno, con las embarazadas haitianas que vienen a parir aquí y que no se les certifique que son haitianos como se está haciendo, sino que pasarán al futuro como dominicanos nacidos aquí. El meollo del asunto es otra arista difícil de manejar, que consiste en la necesidad de los empresarios dominicanos de acumular enormes fortunas mediante el empleo de manos de obra barata, facilitada por la masiva presencia haitiana dentro del territorio nacional.
Entonces los chantajes de los Estados Unidos disfrazados de preocupaciones por el supuesto maltrato de personas negras en este país, es también una forma burlona, porque a los ojos del mundo los dominicanos seríamos entonces “blancos, altos, ojos claros y pelo lacio”. No entiendo por qué tanta saña contra nosotros para favorecer a Haití, toda vez que somos también una colonia de inmigrantes en casi todos los países del mundo y una de las más grandes en el territorio norteamericano. Solo que no salimos a mendigar ni a exigir, ni a destruir, ni a desdeñar los símbolos patrios de ningún país, sino a trabajar y tratar de progresar.
Es por esto es que resulta injustificable e inmerecido el conjunto de ataques simultáneos que acaba de lanzar bajo disfraces vulgares los Estado Unidos de América contra nuestra nación y nuestro país.
Alfredo Rafael Hernández Figueroa historiador y escritor, es nativo de La Vega, a cuyo estudio le ha dedicado gran parte de su tiempo.