Hoy se conmemoró 59 años de haberse Inmolado Manolo Tavarez, en las «Escapadas montañas de Quisqueya»
Todo en Manolo fue pureza política, denuncia de los acuerdos tras bastidores de los grupos oligárquicos y golpistas…
Manolo Tavarez Justo, encarnó un ideal y un programa mínimo que habían traído en sus mochilas y en las bocas de sus fusiles los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo en la lucha a muerte contra el tirano del oprobio y la maldad. Su estirpe era de gigantes, labrado en la vida social, en la lucha por ideales nobles, consecuente con tareas concretas de lucha por una sociedad de hombres y mujeres libres. Manolo venía de espacios comprometidos conquistados en las luchas del movimiento obrero de 1946, cuya fosforescencia de rebeldía gravitó en su alma juvenil. Y de súbito recogió junto a Minerva Mirabal el legado de los héroes y mártires de junio de 1959. Encontrarse con Minerva fue un acierto del destino, una indulgencia del azar.
Todo en Manolo fue pureza política, denuncia de los acuerdos tras bastidores de los grupos oligárquicos y golpistas, apoyo a las luchas democráticas y defensa de la soberanía nacional y la independencia de la Patria. Recordarlo en aquellas dos manifestaciones extraordinarias, la del 1962, bajo una llovizna pertinaz donde denunció como ilegal y represiva la “Ley de Emergencia”, creación mostrenca del Consejo de Estado, y advirtió que si se profundizaba la represión contra el pueblo y se violaban los derechos sociales y humanos, el 14 de Junio sabía donde estaban las escarpadas montañas de Quisqueya, y la de 1963, con un discurso sereno donde demandó el cumplimiento de leyes y conquistas sociales en defensa de los trabajadores y la profundización de la reforma agraria, es rendir homenaje a un ejemplo que se sostiene como modelo ético, socialmente avanzado cónsono con el tiempo histórico de entonces. Miramos hacia el porvenir asumiendo los nuevos retos de nuestro tiempo, pero al mirar hacia adelante, sentimos levitar en la conciencia, el ángel imperioso de su legado, la dignidad crecida de su honor y su ideario de liberación nacional, y decimos con el poeta Manuel Del Cabral, asombrados y tocados ante la tragedia: “qué se murió/ qué lo mataron/ y cómo se iba a morir/ si para sangre tan alta/no tiene balas el fusil”.