Antes que nada quiero agradecer al rector de esta alta casa de estudios, arquitecto Miguel Fiallo Calderón, y a Miguel Guerrero su invitación a participar en este importante evento, ya que me permite exponer en público un conjunto de ideas y reflexiones que vengo haciendo hace ya un buen tiempo.
Al mismo tiempo, felicito a la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña por la iniciativa de abrir un foro de discusión sobre temas importantes como el que ocupa nuestra atención en el día de hoy, ya que muchos no les prestan atención o, en el peor de los casos “se hacen los locos”. La inmigración haitiana a nuestro país yo considero que es el principal problema que debe ser afrontado por lo que quieren seguir siendo “dominicanos” y que, tal vez, es el más trascendente porque tiene que ver con la existencia misma de la nación y constituye una amenaza más grande que la anexión a España de 1861 y la ocupación militar norteamericana de 1916.
Sobre la historia de Haití
Sobre el surgimiento de Haití y las relaciones con República Dominicana se ha escrito una montaña de libros, monografía, opúsculos, informes, etc. que, exagerando un poco, si los colocamos uno encima de otros estoy seguro que llenarían este salón y faltaría espacio.
Lo que sí ha quedado claro es que Haití y República Dominicana no son la misma cosa sino dos naciones que si bien ocupan una misma isla son diferentes en lengua, creencias religiosas, cultura, condición racial, entre otros muchos elementos. Eso ha quedado demostrado en las exposiciones de los que me han precedido en el uso de la palabra: Miguel Reyes Sánchez y José Miguel Soto Jiménez.
Sí quisiera destacar y recomendar como si fuera una lectura de cabecera, para que se entienda el problema de Haití dos textos: la obra de David Nicholls titulada De Dessalines a Duvalier. Raza, color y la independencia de Haití, la cual fuera publicada en el 2021 por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos con el copatrocinio de esta Universidad, y la entrevista que le hiciera Wilfredo Lozano a Frank Moya Pons y que aparece en el número 2 de la revista del Instituto Dominicana de Migración.
Aparte de eso, no podemos comprender la pertinencia de la nación dominicana si no tenemos en cuenta lo que considero son los 2 documentos básicos de la dominicanidad: el Juramento trinitario y el Manifestación del 16 de enero de 1844.
Dice así el Juramento trinitario:
“En nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: Juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes habidos y por haber a la separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una República libre e independiente de toda dominación extranjera que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos, encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca; la república establecerá su correspondiente escudo de armas. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo ratifico y prometo ante Dios y el Mundo. Si tal hago Dios me proteja: Y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo”.
La Manifestación del 16 de enero de 1844, que contiene “el festival de agravios” que padecía nuestro territorio durante la oprobiosa dominación haitiana de veintidós años (1822-1844), es considerada por los estudiosos como el Acta de nuestra independencia. Al respecto veáse la sección Apéndices de la quinta edición de la obra de Frank Moya Pons, La dominación haitiana. 1822-1844, publicada por la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 2022, pp.157-181, que contiene, además, el clásico ensayo de Emilio Rodríguez Demorizi.
Mi exposición
Mi exposición, les confieso, no tiene nada de original, ya que se basa en lo que ha expresado una cantidad enorme de intelectuales, juristas, comunicadores, escritores, historiadores y un largo etcétera sobre la problemática haitiana. Sí quiero destacar y reconocer por su prolongada y labor concientizadora al Dr. Marino Vinicio Castillos y sus hijos Juárez, Vinicio y Pelegrín Castillo Semán, Manuel Núñez, Víctor Grimaldi, Miguel Castillo Pantaleón, Consuelo Despradel, el doctor Armenteros, Cristina Aguiar, Iván Gatón, Aneudys Santos, José Peguero, Rafael Guerrero, Reemberto Pichardo Juan, Onorio Montás, Juan Manuel García, Eduardo García Michel, y Ángel Lockward, entre otros.
El basamento conceptual para cualquier planteamiento sobre la problemática haitiana debe partir de lo que expresa nuestra Constitución, como lo resaltara el presidente Abinader en Santiago el pasado 25 de noviembre, y las Leyes dominicanas especialmente en materia de nacionalidad y migración, como lo planteara Flavio Darío Espinal en Diario Libre el viernes 2 de diciembre último (p.20).
En lo concerniente al tema de la nacionalidad especial relevancia y trascendencia ha tenido la sentencia 168 del Tribunal Constitucional del 2013. Esta sentencia como lo ha analizado brillantemente el notable jurista Juan Miguel Castillo Pantaleón, “el fallo TC168-13 ratificó toda la jurisprudencia anterior de la SCJ en el sentido de que los hijos de extranjeros en tránsito no son dominicanos. Y que extranjero en tránsito es todo aquel que no está dotado de una residencia legal. Redacción que es la misma desde el año 1929 hasta la fecha, y que es similar a la redacción legal que tienen más de 150 países del mundo”.
De ahí que resultaran tan acertadas las afirmaciones de Aníbal de Castro, recogidas en la prensa de la época, cuando el 1 de diciembre de 2013, siendo embajador de República Dominicana en Washington “criticó que el país sea objeto de vejaciones e insultos, y rechazó que en nuestro territorio se haya despojado de la nacionalidad a los descendientes de haitianos nacidos en el país, como entiende el arzobispo de Boston, Sean O’Malley, quien le remitió una carta para expresar su preocupación al Gobierno dominicano por las consecuencias de la sentencia Núm.168-2013 dictada por el Tribunal Constitucional. En una misiva que envió al Cardenal el pasado 18 de este mes, el diplomático aclaró que la referida sentencia ha sido objeto de «críticas infundadas e interpretaciones erradas que responden a propósitos inconfesables».
Le dijo, además, que “los hijos de haitianos que hayan nacido en el país, y que prueben su afianzamiento podrán lograr su naturalización a través de una ley… En el caso de las personas a las que la nacionalidad dominicana les esté vedada por razones constitucionales -asegura- se les abrirá el camino a la regularización de su estatus migratorio. El diplomático le manifestó a O’Malley que la actitud de la República Dominicana frente a la inmigración ilegal dista mucho de otras acciones que asumen en el mundo, como las que el papa Francisco pudo comprobar en la isla de Lampedusa”.
Sin embargo, “recordó que el país debe guardar la frontera, impedir el tráfico humano y la inmigración ilegal, así como preservar la identidad nacional, lo es un derecho del Estado dominicano”.
Por otra parte, todavía retumban en nuestros oídos las palabras del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez cuando, el lunes 14 de octubre de 2013, expresó que «aquí mandamos nosotros, no Francia, ni EU, ni nadie» al calificar “como justa la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que establece que no son dominicanos miles de hijos de inmigrantes ilegales o en tránsito nacidos en el país, tras entender que la nación tiene sus leyes, y al mismo tiempo consideró que organismos internacionales no tienen potestad para criticar esa disposición”.
El entonces arzobispo de Santo Domingo sostuvo que los cuestionamientos por parte de esos organismos internacionales son parte de una campaña pagada por esos “canallas de fuera”, para contradecir la decisión del TC. “Aquí mandan los dominicanos, no manda nadie más”, reiteró.
Años después, el 19 de junio de 2015, según reportó El Nacional de Ahora, expresó el Cardenal: “La Organización de Estados Americanos (OEA) “no sirve para nada” dentro de lo que es promover la solidaridad, la soberanía y la integridad de los países de la región”.
“La OEA es una entidad patrocinada por Estados Unidos, una de las naciones más poderosas del mundo, pero ahora representada por Luis Almagro sirve menos, quien pronunció unas declaraciones absurdas e ignorantes”, expresó la entonces máxima autoridad de la Iglesia católica.
El secretario general de la OEA declaró a un medio de comunicación que República Dominicana y Haití están en una isla y cuando hay una isla pequeña no puede haber dos países.
El Cardenal al valorar estas declaraciones expresó “el señor Luis Almagro ha hecho una declaración superlativa y enciclopédica de ignorancia geográfica, es una cosa muy absurda, ¿cómo es posible que este señor llegue a ese cargo y se despache con una necedad incalificable?, ese señor debe estudiar geografía elemental de América”.
“Ese señor, Luis Almagro, se equivocó con sus declaraciones igual como lo están haciendo muchas personas, porque quien no haya vivido en la República Dominicana no conoce la realidad de Haití y por tanto lo mejor es callarse la boca”, manifestó López Rodríguez.
Sobre ese tema, que distorsionado y manipulado ha servido para que muchos enemigos foráneos y locales del país aún sigan en nuestros día atacando al país porque desean que se les dé la nacionalidad dominicana a muchos ilegales, escribió hasta el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Sin embargo, cuán elocuente fue la respuesta de Manuel Núñez, notable intelectual y escritor dominicano, autor de la laureada obra El ocaso de la nación dominicana que cada día, cual profecía, adquiere más vigencia desde que fuera publicada por los años 90 de la pasada centuria.
Expresó Manuel Núñez el 11 noviembre 2013, en un artículo que parece escrito ayer y que titulara “Una respuesta a D. Mario Vargas Llosa”, lo siguiente: “Que Mario Vargas Llosa es uno de grandes escritores de la lengua española, quizá el más importante de los novelistas vivos, es algo que no puede ponerse en duda. Por ello, se le ha distinguido con el Premio Nobel de Literatura y con reconocimientos que le llueven de todas partes todos los días. Pero esas extraordinarias capacidades y clarividencias que soy el primero en admirar, no son extrapolables a otros dominios, en donde el gran maestro de la ficción, el experto en desarrollar esas mentiras que son las novelas, no tiene la misma competencia ni se le considera una lumbrera. Se puede ser un extraordinario escritor, y ser al mismo tiempo un idiota moral. No hay contradicción en ser un gigante en un dominio particular de las ciencias o de las artes, y ser, a su vez, un pigmeo en la política, en la historia y en los juicios que se hagan sobre las sociedades. Los ejemplos de grandes escritores, incluso premio nobeles que han escritos majaderías y despropósitos en dominios en donde no puede aplicarse el prestigio que todo el mundo le reconoce, son abundantísimos y podrían llenar un libro de extravagancias.
“En el caso de D. Mario hay dos factores que, acaso esclarecen, su posición con relación a la decisión del Tribunal Constitucional dominicano.
1. Ha declarado urbi et orbi ser un cosmopolita. No hay púlpito del mundo en el que no predique en contra de las existencias de las naciones. Rechaza, tajantemente, cualquier atisbo de nacionalismo. Eso es porción esencialísima del catecismo que repite, sin ton ni son, en todos los foros internacionales, sin importar las complejidades de las que se trate. En su prodigiosa imaginación de novelista, todos los males sociales se simplifican en una dimensión única: el nacionalismo, y la forma de combatirlo se reduce a negar la nación. En su condición personal de súbdito español y ciudadano de la Unión Europea, se ha convertido en un ciudadano del mundo. Una ciudadanía de aeropuerto. Una persona que no puede considerarse extranjero en ninguna parte. Ni puede jurarle lealtad a ningún Estado ni a ninguna patria. Esa condición lo lleva abominar de todo el que defiende su terruño, su patria minúscula. Lo tacha de racista, de xenófobo, hitleriano y de todas las monstruosidades contenidas en el diccionario. Como decía Martí, cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea. Si su condición fuera la de los humildes peruanos de Arequipa que tratan de entrar a Londres o a Madrid, que son devueltos de Japón o de Estados Unidos e incluso de Chile, otro gallo cantaría. Esos arequipeños se han encontrado con un mundo lleno de rejas, de alambradas, fronteras, normas. Muy bien. Es el mundo que usted quisiera sustituir, como una justa ambición, en sus novelas. Porque encarna una aspiración humanitaria de todos aquellos que creen tener el monopolio del corazón, de los buenos sentimientos y de la bienandanza. Pues bien, ese mundo solo existe en su imaginación, don Mario. Y qué bueno que así sea. Porque qué sería del mundo si los únicos que tuviesen derecho a todo fuesen únicamente los extranjeros. Que no existan los Estados que controlen, que no haya inspectores de inmigración ni control de policía. Un mundo en el que podemos escoger la nacionalidad que queramos, adoptar el sexo que nos parezca mejor, cambiar de pasaporte cuando nos plazca, y cumplir sin limitaciones con todas las ocurrencias y virguerías de nuestra imaginación hiperbólica. Ese mundo, que es el de sus convicciones, puede existir perfectamente en las novelas.
2. Poner todo el prestigio del Nobel para arrebatarles a los dominicanos, que usted lo sabe mejor que nadie, viven en una situación de promiscuidad territorial con el país más empobrecido del continente, el derecho a decidir quiénes son sus nacionales, es un desatino que no compagina con la amistad que le han profesado los dominicanos. En su credo la nación se volatiliza hasta volverse nieblas; en el nuestro es el único marco que da sentido al esfuerzo de todos y al porvenir de un proyecto común.
3. Muchas de las informaciones echadas a rodar en su artículo del 3 de noviembre son auténticas falsedades. Falsa es la cantidad de personas, 200.000 decía usted, en circunstancias semejantes a la de la señora Deguis Pierre. La Junta Central Electoral acaba de dar el inventario completo de los descendientes de extranjeros desde el 1929 al 2007. El sistema solo tiene registrado 53.847 y pertenecen a 117 nacionalidades. De esos, 24.392 fueron inscritos de manera regular. Esto representa el 55%. Del total, 24.392 no fueron inscritos con arreglo a la Constitución y las leyes. De esa cantidad, 13,637 son descendientes de padres haitianos. De ese conjunto, 4.859 corresponden a haitianos declarados con una ficha de trabajador temporero de ingenio azucarero, que es el caso de la señora Deguis Pierre, y el resto se incorporaron de manera fraudulenta en el registro. A partir del 2004 se incorporaron los libros de extranjería para registrar los nacimientos. La información dada por usted al mundo resulta, pues, falsa. Tampoco es verdad que el caso Deguis Pierre sea semejante al de las niñas Dilcia Jean y Violeta Bosico, que fue llevado ante la Corte Interamericana. En ambos casos, chocaban las legislaciones dominicanas y haitianas. Porque basta con que uno de los padres sea, indudablemente, dominicano, y tal era en ambos casos, para estas niñas fuesen consideradas como dominicanas por jus sanguinis. Ese fue el fallo de la Corte Interamericana.
4. El sistema judicial que ha pronunciado esa sentencia de declarar que los no residentes legales no pueden beneficiarse de los efectos de jus sanguini, en modo alguno condena a los haitianos a la apatridia. El artículo 11 de la Constitución haitiana establece claramente que los hijos de haitianos, nazcan donde nazcan, son haitianos. El problema inicial no es que los hijos hereden la ilegalidad de los padres. Es si resulta conforme al derecho que usted predica y defiende privar a los hijos de la nacionalidad de los padres. Es decir, romper con el fundamento de la filiación. Por otra parte, debo aclararle que la República Dominicana no es un derecho humano de los haitianos. Es un país que no puede ser privado de su soberanía para atribuírsela antojadizamente a las personas que emigran desesperadamente de Haití. Tiene usted todo el derecho de contribuir a la campaña que desarrolla su hijo Gonzalo desde las oficinas del ACNUR y desde la colaboración con las ONG que se ocupan de los inmigrantes haitianos en el país, pero esa preferencia por los haitianos no lo autoriza a quitarles esos derechos a los dominicanos.
5. Hay muchos principios vacíos, como el famoso derecho a emigrar que tiene cada y que usted, al parecer, defiende a capa y espada. Pues bien, ese derecho choca con el derecho a vivir tranquilos, que tienen los países anfitriones. Se dirá que el caso de las potencias europeas deberían pagar como tributo, por haber sido imperios, recibiendo la miseria de todo el mundo. Pero, y nosotros qué vela tenemos en ese entierro. Nos libertamos de la dominación haitiana de la cual le ahorro el relato de sus horrores en 1844.
Construimos desde unas circunstancias extremadamente penosas y desventajosas en comparación con esa dominación de veintidós años, y logramos superar la dinámica en la que viven atrapados los haitianos, y constituir una nación, cuyas ambiciones la han colocado en condición de obtener algunos progresos. Nosotros, don Mario, tenemos derecho a la tranquilidad y al sosiego constructor. Nosotros no hemos deforestado ese territorio, reduciendo sus posibilidades a menos de 1% de capa boscosa, no hemos prohijado el concierto de enfermedades que se abate en su población, no hemos destruido el polo de autoridad, que constituía el Ejército, al punto de que el país para mantener a los funcionarios internacionales presentes, ha establecido una misión militar que lleva más de 10 años. Por estar en las proximidades de ese desastre, y pretender no dejarse arrastrar por esa vorágine nos acusa usted de racistas, y para no serlo, debemos renunciar a un principio que impera en todos los países iberoamericanos, desde México hasta Chile, sin excepción. Que los hijos de inmigrantes indocumentados e ilegales, no residentes, no se benefician de un procedimiento que, en el caso dominicano, se implantó en 1929. Por lo tanto, no solo ha insultado usted a los jueces dominicanos, asociándolo en una amalgama incalificable a los ideales de Hitler, sino a todo el sistema que impera incluso en su Perú natal, y en todas las democracias europeas, convertidas por el asalto de los pobres de la tierra, en una auténtica fortaleza.
6. ¿Acusaría usted, don Mario, a todas estas naciones desde México hasta Chile de ser hitlerianas, de aplicar aberraciones jurídicas porque en lo que toca la nacionalidad aplica los mismos principios que el Tribunal Constitucional dominicano?
7. Si ese sistema jurídico resulta bueno para el resto del mundo e incluso para la admirable democracia española, por qué ha resultar malo para los dominicanos. Por qué todos pueden tener razón en sus respectivos países, menos los dominicanos en el suyo. Usted pretende que la Corte Interamericana nos enmienda la plana. Le recuerdo que el recorte de soberanía que supone nuestra inclusión en esa Corte no ha sido aprobado por el Congreso, y que Haití y las naciones que nos acusan no reconocen las competencias de la Corte ni reconocen el jus solis. Ha colocado usted, don Mario, toda su influencia y todo el señorío de su bien ganada fama en provecho de una causa que conculca la capacidad de los dominicanos para decidir quiénes son dominicanos. En África negra hay una cincuentena de Estados fronterizos, poblado mayoritariamente por negros, y las diferencias llevan a los Estados más prósperos a deportar a negros que se hallaren en otro país de negros. Así acaece en Costa de Marfil, en Senegal, en Nigeria, en Camerún y otros territorios, nadie, hasta ahora, les ha negado a esos países la capacidad de identificar a sus nacionales, aunque desde afuera, usted al observarlos, los vea como personas que pertenecen a un mismo país.
Pensar en términos abstractos, espoleados por ideales que no han tenido encarnación en ningún país de la tierra no es, a nuestro parecer, una buena solución ni un consejo aceptable. La propuesta suya es que las personas renuncien a lo propio, para disolverse en lo universal, en una nacionalidad de aeropuerto. Desde luego, el mundo va por derroteros muy distintos a los que ocupan su vertiginosa imaginación de novelista. Tras el derrumbe del socialismo real en 1989, la URSS quedó despedazada en 16 nuevos Estados; Yugoeslavia quedó convertida en 6 nuevos Estados y Checoeslovaquia en dos Estados. En honor a la verdad histórica, debo recordarle, don Mario, que nuestro país a pesar de vivir en una dictadura atrabiliaria le declaró la guerra en diciembre de 1941 al nazismo; varias de las embarcaciones fueron hundidas por los submarinos alemanes y fue de las poquísimas naciones que acogió sin tasa a las víctimas judías que huyeron del holocausto alemán:
He leído toda su obra periodística y ensayística y no he encontrado nunca una rectificación de las cosas publicadas. No tengo, pues, esperanzas de que usted rectifique los juicios injustos, severísimos sobre nuestro país. Rectificar es faena de hombres amantes de la verdad. Mantenerse en sus trece es hábito de hombres engreídos de soberbia”.
¿Qué hacer ante el problema de la inmigración haitiana?
Ante todo lo anteriormente expresado, quiero exponerles unas reflexiones sobre cómo considero que el país debe afrontar la inmigración haitiana, especialmente la ilegal, viendo la problemática en su conjunto, es decir de manera integral, y tomando medidas de manera simultánea que dependen de él exclusivamente, aunque tomando en cuenta el rol que juega la región del Caribe en la geopolítica internacional. Antes de empezar les recomiendo el artículo del Arq. Leopoldo Franco, publicado el 29 de agosto del 2012, con el título de “Los ‘amigos’ de los inmigrantes haitianos en acción concertada contra la República Dominicana”.
He aquí las medidas en lo concerniente a la inmigración haitiana que, en beneficio del país, pueden tomar las autoridades dominicanas porque de ellas dependen y tienen todo el derecho soberano a realizarlas sin esperar que del extranjero les tracen pautas y agendas:
1.No confiar en exceso en la narrativa de pedir a la llamada “comunidad internacional (USA, Canadá, UE y otros) que se encargue de Haití” porque: a) no les interesa, les cuesta recursos y hay experiencias fallidas como la ayuda que se dio cuando el Terremoto del 2010 que no se ha sabido cómo fue empleada y parte de ella fue “robada”, y b. cuando opinan es para “embromar con j.” a República Dominicana, ya que en sus respectivas agendas está la “fusión” que sabemos, como lo dijera Juan Pablo Duarte, no es posible entre Haití y República Dominicana.
Ante ciertos organismos internacionales y países ha habido cierta tolerancia y ha faltado “voluntad política”, por no decir otra cosa, para mandarlos a la misma m… como en ciertas ocasiones ha hecho Nayib Bukele en El Salvador y otros presidentes latinoamericanos sin que se esté de acuerdo con sus planteamientos políticos.
Países como el nuestro, cuando no se dan a respetar, son tratados como simples países tercermundistas o “repúblicas bananeras”, especialmente cuando se trata del “norte revuelto y brutal que nos desprecia” como dijera el apóstol cubano José Martí.
2.La inmigración ilegal, como ha considerado hace algunos días José Luis Malkún, fomenta la inestabilidad social, la delincuencia y la criminalidad como tal vez quisieran que sucediera instituciones extranjeras y ciertos sectores del país. Tal vez el trágico caso de del tío de Soto Jiménez sea un ejemplo palpable.
3.Anular las “mafias” como las que cobran por permitir la entrada ilegal de haitianos como se denunciaba en la plataforma de José Peguero el 17 de diciembre. Otra mafia es la que existe en los Consulados dominicanos en Haití. A ese respecto, cuán elocuente lo expresado por Juan Lladó, uno de nuestros comunicadores mejor informados, que el pasado lunes 9 de enero en Acento.com escribió:
“La situación de nuestros consulados en Haití es todavía más alarmante. Según un reporte del Listin Diario: “Todo indica que la concesión de visas a los haitianos ha pasado a ser, en los últimos siete años, uno de los negocios más lucrativos para una mafia que las gestiona y vende en un “mercado negro”. Llama la atención que, en ese período, del 2015 hasta mediados de este año, el 89 por ciento de las 818,885 visas concedidas por el país, haya sido emitida por los consulados dominicanos en Haití. Una esmerada investigación de varios meses hecha por el Listín Diario devela la existencia de una red paralela a los consulados, pero sin dudas en conexión con funcionarios, que promueve, diligencia y cobra comisiones por las visas”.
Continuó afirmando que “CDN, por su parte, reportó el pasado 4 de diciembre ‘un negocio lucrativo y mafioso detrás de la venta de visas dominicanas en Haiti’. “En los últimos años, un diluvio de denuncias sobre esta mafia que opera en las agencias de viajes y los consulados haitianos ha inundado a los medios de comunicación nacionales. Estas mafias utilizan la persuasión dentro de sus estrategias, para luego manipular y extorsionar a los ciudadanos haitianos. Al llegar al consulado reciben la información de que no hay visas, pero que pueden conseguirlas a través de las agencias de viaje”. “En medio de la incertidumbre, se enfrentan a un negocio lucrativo que, según datos constatados por el programa “Reporte Especial con Julissa Céspedes”, maneja más de 3 mil millones de pesos”.
“La mafia de nuestros consulados en Haití ha llegado a ser tan grande que hasta algunos senadores se han hecho eco del desastre. “El senador por la Provincia Elías Piña, Iván Lorenzo, aseguró hoy que una visa ordinaria a un ciudadano haitiano le está costandoentre los 400 y 500 dólares para poder ingresar a la RD”. “Nosotros tenemos 4 consulados y una sección consular que pertenece a la embajada. Los cónsules dominicanos se hacen multimillonarios con la emisión de visas sin ningún tipo de protocolos”. Por su parte, el senador por San Cristóbal ha dicho recientemente que “se han otorgado unas 726 mil 300 visas desde el 2015 equivalente a más de US$64 millones de dólares, cifra que representa un «gran» y «jugoso» negocio.” Los senadores Dionis Sánchez y Antonio Marte también han secundado estas denuncias”.
4.“Sellar físicamente en toda su extensión la frontera” o las “fronteras” como ha escrito el historiador Frank Moya Pons. La frontera material no es solo Dajabón y Elías Piña. Da grima ver la reciente exposición del doctor Roque Espaillat quien mostró videos de los lugares totalmente abiertos (como si fuesen coladores) por donde puede entrar cualquier cosa: personas, drogas, armas de fuego, etc. Está bien el muro o valla que construye el Gobierno dominicano, pero como va tan lento, sugiero que se utilicen contenedores de los que hay miles en desuso como se han empleado en algunas zonas fronterizas de Estados Unidos. Ahora acaba de surgir una denuncia de que la parte digital que tendría la valla que se construye, desdeñando a compañías israelíes, ha sido contratada una empresa canadiense que pertenece a millonarios haitianos. ¡Oh, Dios!: “el ratón cuidando el queso”. Si no se “sella” la frontera de nada vale deportar a ilegales haitianos, ya que, gracias a las mafias, a las 2 horas están de regreso ingresando a nuestro territorio.
5.Hay que implementar con seriedad el desarrollo de la región frontreriza como lo ha planteado Oscar López Reyes, comunicador, escritor y pasado presidente del Colegio Dominicano de Periodistas, quien el pasado 13 de noviembre, en su artículo “Marchas, auge fronterizo y Congreso”, exponía lo siguiente:
“Tres copiosas marchas patrióticas han sido acometidas, vocalizando solemnes estrofas del himno nacional y flameando el pabellón tricolor en el relampagueo de cielos vulnerados, clamando sin suspenso que desde el exterior socorran a Haití. En el único sólido respaldo institucional recibido por el presidente Luis Rodolfo Abinader, en su similar imploración, las caminatas blandean como fusiles de nuevo cuño con miras a contener a los vecinos occidentales, a los que en 1929 hubo que cederles el 8% del territorio nacional y en 1936 otro 3%.
“Las vivaces marchas del Instituto Duartiano en El Conde, Santiago y Azua, e igual grito multilateral de Abinader, son clarinadas imperiosas, atendibles e inaplazables ante los espinosos y comprometedores acaecimientos que sacuden a Haití. En su distanciamiento, el ID y el jefe de Estado construyen esperanza, que se consolidaría con la implementación del plan integral “Mi frontera RD”, que consta de 90 iniciativas y proyectos, y la aprobación en el Congreso del proyecto de ley que establece que solo los dominicanos pueden comprar propiedades inmobiliarias en la zona divisoria.
“Después de dos mutilaciones territoriales dominicanas, ahora Washington y agencias intercontinentales se plantean como agenda sacrificar a la República Dominicana con una fusión informal, vía el trasvase de la población haitiana, que sería un zarpazo mortal, como una pretendida solución trágica para no cargar con un incómodo bardal enhebrado por los imperios y la propia oligarquía haitiana.
“Hoy la Patria peligra. El 10 de noviembre de 2021, el gobierno de Estados Unidos dijo, a través del subsecretario de Estado para la lucha contra el narcotráfico, Todd D. Robinson, durante una visita a Haití, que no asumirá la seguridad de esa Nación. Y, luego de sospechosos zigzagueos, la ONU está “pidiendo” a la República Dominicana -cual procónsul- que detenga las deportaciones de migrantes haitianos ilegales. Patentemente, se precisan fusiles, carros blindados, aviones, tecnología e inteligencia, para proteger la frontera, no para pelear. Y, para salvarla, basta con follar conciencia nacionalista, cohabitar y trajinar, verticalmente, alrededor de seis astas:
Primera: Continuar las marchas patrióticas del Instituto Duartiano, esta vez concentradas en cada pueblo. Profesionales, empleados públicos y privados, medianos empresarios y otros laboriosos; estudiantes, doncellas, madres de familia, domésticas y cesantes/ociosos no pueden permitir que sumisamente les quiten el terruño legado por Duarte y los Trinitarios. ¡A desfilar, todos!
Segunda: Adherirse, el mayor número de dominicanos, a los clamores en cumbres, reuniones y mediáticos del presidente Abinader, quien luce cuasi solitario en la brega contra poderes transnacionales que apenas escuchan en el coraje de la resistencia colectiva. ¿Para qué existen tantas organizaciones y tantos burócratas?, follones y huidizos en su casi generalidad.
Tercera: Acelerar la construcción del muro.
Cuarta: Priorizar el lanzamiento en la instancia gubernamental del plan integral “Mi frontera RD”, diseñado por técnicos del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, para fomentar el emprendimiento y la creación de empleos en seis provincias. ¿Por qué no comienzan su ejecución?, para evitar que los habitantes fronterizos sigan abandonándolos.
(Nota del autor: En ese sentido luce auspicioso el reciente anuncio de los programas que realizarán las universidades PUCMM y UNPHU en algunas ciudades de provincias fronterizas).
Quinta: Intensificar -hasta convertirlas en masivas- las repatriaciones de ilegales, amparado el Gobierno en la Ley General de Migración 285-04, y respetando los consabidos derechos humanos.
Sexta: Declarar de urgencia y aprobar en las cámaras legislativas el proyecto que establece que solo los nacionales pueden usufructuar bienes inmuebles fronterizos, para impedir que sean adquiridos por extranjeros y narcotraficantes. Esa ley es un mandato de la Constitución que, en su artículo 10, especifica que “se declara de supremo y permanente interés nacional la seguridad, el desarrollo económico y turístico de la Zona Fronteriza, su integración vial, comunicacional y productiva, así como la difusión de los valores patrios y culturales del pueblo dominicano”.
“Notoriamente, la cuna de nacimiento está amenazada, y no se salva con la activación de la Comisión Mixta Bilateral, con el incremento del comercio fronterizo, con proyectos conjuntos ni con convenios que no se efectivizan. Se redime con la ejecución y ampliación del programa mínimo esbozado en las seis varas precitadas.
“La Patria se libera de los inconvenientes aludidos con la prisión y juzgamiento judicial de los militares pútridos por antonomasia (incluidos altos mandos del Ejército), que viabilizan la entrada de forasteros; el cumplimiento del 80% por empresarios voraces y sin escrupulosidad respecto a la mano de obra extranjera; con acciones sanitarias en la línea de demarcación, el desaire a sociólogos, politólogos, periodistas, funcionarios fuñiques en sus ropajes de felonía astuta y pseudoizquierdistas que se abrazan a la agenda antipatriótica.
“Para no colocar una lápida en el mausoleo del parque Independencia, donde descansan los próceres: ¡Aquí yace el antiguo país natal!, ¡Hasta luego!, tenemos que ser más boyantes en aliento y apoyo puntual a ese renaciente Instituto Duartiano… y al presidente Abinader para que, con sus candiles, perpetúen la postura consistente en rechazar las infundadas presiones foráneas.
“Seamos fieles a Duarte, a los Trinitarios y los adalides de la República. Venerémoslos con las pautas cotidianas, sin medias tintas e imbuidos en sus episodios épicos”.
6.Los casos de las embarazadas que vienen a parir a hospitales dominicanos hay que afrontarlos con seriedad porque consumen parte del presupuesto de salud que debiera dedicarse a los dominicanos, sobre todo en el suministro de medicinas a dominicanos pobres para que alivien un poco el padecimiento de enfermedades crónicas. Se ha expuesto que esas mujeres haitianas, que no conocen el país, son traídas por mafias que se enriquecen con esos actos. Recientemente Yadira Marte ha denunciado, y que yo sepa nadie ha dicho nada, que en algunos casos se les están otorgando a los recién nacidos actas de nacimiento como dominicanos. Aparte de apresar a esos mafiosos sería bueno sancionar a los directores de hospitales que reciban a ilegales y exigir a la USAID, Unión Europea, sectores de la Iglesia católica, Participación Ciudadana y otras instituciones que construyan hospitales en Haití y como eso lleva un tiempo podrían instalar hospitales móviles, como se hace en sitios de guerra, para atender a las parturientas en territorio haitiano y así no tengan que venir para acá.
7.Continuar las repatriaciones de ilegales, al parecer ralentizadas en los últimos días, tomando en consideración lo que decía Benedicto XVI, recientemente fallecido, en su encíclica “Caritas in veritate” (Caridad en la verdad) de que “todo emigrante es una persona humana que, en cuento tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación”.
Sobre ese sentido, muy certeras las palabras de Juan Lladó, el pasado 14 de noviembre de 2022, cuando expresaba que “el tajante rechazo del presidente Abinader a la pretensión de la ONU de que el país detenga las deportaciones de inmigrantes ilegales haitianos podría parecer un áspero antihaitianismo. La atmósfera de la relación entre las dos naciones, enrarecida por la migración ilegal, daría pie a esa falaz acusación. Pero en tiempos de la turbulencia interna del vecino país el Gobierno dominicano ha actuado con suma prudencia y la declaración presidencial es prueba de buen juicio. Para llegar a esa conclusión solo hay que definir los rangos y límites de la solidaridad dominicana frente a los tenebrosos efluvios de la situación haitiana.
“Al calificar de inaceptable e irresponsable la petición de la ONU, el presidente Abinader recordó que nuestro país ha sido el más solidario del mundo con Haití. “Por lo tanto, a República Dominicana no se le puede pedir más”. Aun cuando hay que afirmar que Haití hoy día, como lo ha hecho en el pasado, nunca va a agradecer los gestos de solidaridad.
“Las deportaciones, por supuesto, son la otra cara de la migración ilegal. En términos generales, la migración es un recurso universal que usan muchos para buscar mejores oportunidades y medios de supervivencia. La creencia generalizada es que, en general, los migrantes contribuyen a enriquecer la economía de los países anfitriones y son una fuerza emprendedora que moviliza la sociedad… Mientras, la migración haitiana aquí ha permitido el bienestar de sectores tales como la construcción y la agricultura, además de suplir una mano de obra barata para otros menesteres. De manera que al enjuiciar esa migración debemos temperar los juicios reprobatorios ni tampoco satanizar las deportaciones”.
Muy lamentables han sido los casos en que grupos de ilegales, como sucedió en la Ciudad Juan Bosch, recibieron a pedradas a los inspectores de Migración, aunque hay que añadir que la política de deportación de los inmigrantes ilegales ha concitado el apoyo de toda la población como lo reconocía el expresidente Leonel Fernández en entrevista que le hizo Diario Libre el pasado 5 de diciembre.
8. Multar y clausurar a establecimientos que empleen ilegales o no respeten lo relativo a la ley del 80-20. Nunca hemos visto que se haya sancionado o clausurado empresas agrícolas, industrias de la construcción, restaurantes, centros turísticos, etc. por emplear a ilegales haitianos. En algunas ocasiones, estos, por tal condición, son sometidos a abusos, no tienen seguros médicos y son extorsionados. En otros casos, cuando llega el momento de pagarles sus salarios, estos les son robados al ser denunciados a Inmigración que los recoge en redadas. Es triste decirlo, pero hay empresarios de toda índole que con tal de hacer negocios, lícitos o ilícitos, con capaces como se dice popularmente de “venderles sus almas al Diablo”.
9. Continuar el proceso de “regularización” de los inmigrantes que se necesiten de modo que tengan seguridad, estabilidad y disfruten de lo que establecen las leyes.
10. Hacerle ver a Haití que su premisa de que “la isla es una e indivisible” es un absurdo histórico y que el territorio de República Dominicana no le pertenece como afirman pseudohistoriadores, tergiversadores del pasado, ideologizadores de la historia y mercenarios del intelecto a base de falacias como plantea Davids Hacker Fisher en su obra Historian’s Fallacies (1970), citada por el historiador Frank Moya Pons en una reciente conferencia dictada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, o haciendo lo que Douglas Allchin expresa en su libro Pseudohistory and Pseudoscience cuando expresa que “la pseudohistoria se caracteriza por sesgar la investigación, es decir estudiar los hechos que coinciden con sus postulados previos y adecuar las hipótesis para que se ajusten a la teoría, ignorando deliberadamente los trabajos previos, rechazando el diálogo con otros investigadores y estudiando los hechos, muy pocas veces los procesos históricos”, referido por Miguel Reyes Sánchez en artículo que publicara el Listín Diario el pasado 12 de diciembre.
11. Contratar a un equipo de intelectuales que planifique y ejecute un programa “pro dominicanidad” en sus aspectos de territorio, lengua, valores religiosos y jurídicos, tradiciones, etc. para combatir las “quintacolumnas” o “enemigos íntimos”, usando el término del poeta Héctor Díaz Polanco en los años 70 de la pasada centuria, que aparecen en los medios de comunicación, empresas, sectores de la Iglesia católica, ONGs, etc.
12. Rechazar acusaciones de que RD es “racista” como lo hizo en su prédica el pastor Ezequiel Molina en la actividad llamada “Batalla de la Fe”, celebrada el pasado 1 de enero de este 2023. Ese argumento se usa, fundamentalmente, en el extranjero.
A ese respecto cuán elocuentes las palabras del destacado periodista y escritor José Báez Guerrero, cuando en su artículo titulado “Meditación sobre la “oikofobia” ante disparates de Junot Díaz” expreso: “A propósito de la intención dominicana de poner en orden nuestra casa con el asunto de los inmigrantes irregulares o residentes ilegales, mayormente haitianos, grupos con interés distinto entre los cuales muy pocos actúan de buena fe, están denigrando a la República Dominicana acusándonos de xenofobia, de anti-haitianos, de violadores de derechos humanos y hasta nos han comparado con los nazis.
“El novelista Junot Díaz –destilando un penoso resentimiento social- ha llegado a decir que tenemos campos de concentración, que existe un estado de terror generalizado, que los dominicanos merecemos toda clase de repudio moral y sanciones estatales…
“La xenofobia, o sea odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros, difícilmente podría considerarse característica de los dominicanos, líderes regionales en el negocio de la hospitalidad, o turismo, de la inversión foránea y además proverbiales devotos de casi todo lo exótico. Al alegato de “anti-haitianos” podría oponerse la argucia de atribuirle a ellos ser “anti-dominicanos”, lo cual no ayudaría mucho a dilucidar la cuestión. Que violemos derechos humanos como política de Estado es un absurdo a todas luces insostenible, aun cuando es innegable que ha habido abusos ocasionales como podría ocurrir hasta en Austria, patria del célebre y visceral anti-gringo Sigmund Freud. ¿Nazis nosotros los dominicanos? Ni como chiste…
“Opuesto a la inexistente xenofobia dominicana, sí está tomando cuerpo un fenómeno propio de seres sin arraigo ni mucha comprensión de una identidad que no pueden asumir por carecer de herramientas culturales. Se trata de dominicanos, o hijos de emigrados dominicanos, que de manera reiterativa y sin mayor base que su emotividad o inadaptación social, manifiestan temor y odio hacia su propio pueblo y su historia y su cultura. Ese rechazo de la esencia nacional es la “oikofobia”, neologismo que denota su categorización como fenómeno social y psicológico. Uno de los casos más notorios es el citado del laureado autor Junot Díaz, estadounidense de origen dominicano.
“Díaz, nacido en Santo Domingo pero cuya madre emigró con él a New Jersey cuando él tenía apenas seis años de edad en 1974, escribe en inglés, tiene pasaporte estadounidense, es profesor de literatura en el Massachussetts Institute of Technology, ganó en el 2008 el premio Pulitzer por su novela “La breve vida maravillosa de Oscar Wao”. Es lo que llaman una “celebridad” literaria. Políticamente, ha puesto su fama al servicio del lobby haitiano que no pierde oportunidad para desacreditar a la República Dominicana.
“La oikofobia ha ido definiéndose como fenómeno desde que la llamada generación perdida de literatos estadounidenses refugiados en Europa comenzó a dar muestras de un acentuado anti-americanismo, parecido al manifestado décadas antes por franceses como el obispo Talleyrand o ingleses como el escritor Dickens. Que éstos fuesen asiduos críticos o mordaces censores de la cultura estadounidense no resultaba para nada extraño. Sartre, Ortega y Gasset, y los alemanes de principios del siglo XX profesaban un anti-americanismo que podía explicarse o hasta entenderse pues no eran ellos mismos estadounidenses. Pero el anti-americanismo de algunos propios americanos con cierta fama o renombre alcanzó su cénit con Ezra Pound, quien pasó de condenar a la usura y el capitalismo a elogiar a Mussolini y Hitler en arengas radiofónicas. Pese a su genialidad literaria, Pound terminó más loco que Chochueca, interno en hospitales psiquiátricos.
“En el caso de las descabelladas propuestas de los escritores Danticat y Díaz en sus vitriólicas diatribas anti-dominicanas, ¿contribuirían positivamente a mejorar cualquier cosa dominicana o haitiana el que a nuestro país los Estados Unidos lo sometan a mayores presiones políticas, a un boicot al turismo o a nuestras exportaciones como el azúcar? Parecen ideas salidas de la cabeza de un Ezra Pound redivivo. El resentimiento social, la pena o dolor por asumirse como un marginado, la confusión cultural y similares resquemores son esenciales del alma de los personajes de Díaz. Evidentemente ese revoltillo emocional no es solo de sus ficciones.
“Díaz dijo a la prensa que a su juicio la capital dominicana ha estado en los últimos días “en un estado de terror” al culminar el plazo del plan de regularización para inmigrantes y que “quienes critican al gobierno están recibiendo amenazas de muerte y llevando a sus familias a ocultarse”. ¡Wao!
“Los dominicanos nos salvamos. Nos faltarán muchas otras cosas pero ya contamos con nuestro propio “oikofobo” de lujo, un Ezra Pound caribeño que se dice dominicano aunque apenas machaque pocas palabras en castellano, la dulce lengua que tantos haitianos buscan escuchar en nuestra República Dominicana”.
13. Ordenar los antihigiénicos “mercados binacionales” que se realizan en Dajabón, Elías Piña y Pedernales y que sirven para que muchos ilegales penetren y se queden en el país como ha planteado reiteradas veces Vinicio Castillo Semán porque nadie controla eso. Para colmo de males a eso se suma, como ha expresado recientemente el alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, que muchos dominicanos están matrimoniándose con haitianas y que muchos comerciantes prefieren vender sus productos a Haití en detrimento de los pobladores locales, ya que dicen que prefieren “tener un mercado de 20 millones de personas”.
14. No aceptar niños ilegales en las escuelas públicas ya que les quitan recursos al presupuesto del Ministerio de Educación que debiera dedicarse a satisfacer necesidades educacionales de los niños dominicanos, muchos de los cuales tienen dificultad para matricularse y acceder a las aulas de las escuelas públicas cada vez que comienza el año escolar.
15. Recoger los niños “pedigüeños” y limpia-carros que pululan en varias esquinas de nuestras ciudades, llevados por mafias o padres irresponsables, y llevárselos a los locales de UNICEF y a CNN en Español, que dicen que son maltratados, para que los alimenten, cuiden, se los entreguen a sus irresponsables padres o los repatrien a Haití.
16. Poner una línea telefónica y crear una página web para que la ciudadanía pueda informar a los organismos oficiales pertinentes sobre la presencia indeseada de ilegales que no entienden ni se adaptan a las costumbres de los nacionales para que sean repatriados a Haití. Así nos evitaríamos los desagradables y repudiables episodios de ver haitianos orinando en las calles o defecando en fundas plásticas que tiran a los techos de las casas y cuando llueve todas las heces fecales se derraman en las calles.
17.Continuar el avituallamiento de los militares en la frontera, ponerles un salario especial y adiestrarlos adecuadamente para que puedan desempeñar eficientemente sus delicadas funciones. Es asunto de crear cuerpo élites. Y a aquellos que delinquen, expulsarlos deshonrosamente de las Fuerzas Armadas para crear referentes y los demás vean que pueden estropear o perder sus carreras militares si actúan de esa manera.
18.Clausurar temporalmente la embajada y los consulados dominicanos hasta que se estabilice la situación política en Haití y cese el control de las bandas, financiadas muchas veces por empresarios haitianos como han planteado conocedores de la situación como es el caso del abogado Reemberto Pichardo Juan en el programa de José Peguero del lunes 9 de enero de 2023. Lo insólito es que muchos de esos empresarios residen en el país.
19.Felicitar y apoyar la negativa del Gobierno a aceptar “campamentos de refugiados” que lo que persiguen es crear “gettos” que luego serán difíciles de erradicar en el futuro y comenzarían a exigir supuestos “derechos”, entre los cuales no se pueden descartar los políticos. El ejemplo de Verón en ese sentido es muy ilustrativo. Además, esos grupos, amparados en el concepto de “minoría étnica” que sustenta la ONU, podrían convertirse en “caballos de Troya” contra la nación dominicana o utilizar la táctica que usaron los bárbaros para destruir al Imperio romano.
El Gobierno debiera buscar el auxilio y apoyo de todas las instituciones de la sociedad ante las posibles presiones internacionales que insistirán cada día con más fuerzas en que la solución al problema haitiano depende de República Dominicana. En contra de tales pretensiones se debiera involucrar activamente a la diplomacia del país acredita en el extranjero.
Si lo que se quiere es “solucionar” el problema de la emigración haitiana se puede sugerir a Estados Unidos que 40 de sus más grandes y poderosos estados de la Unión acojan cada uno a 50,000 haitianos, ahí habría 2 millones. Si Canadá acoge a 500,000 y Francia otros 500,000 la suma total sería de 3 millones. Con esa medida se resuelve el problema migratorio de dicho país. De esa manera se evitaría toda la cháchara que se crea cuando República Dominicana, en pleno ejercicio de su poder soberano, deporta a inmigrantes ilegales. Eso no va a resolver el complejo problema haitiano, pero lo aliviaría.
20.Dado el odio que se destila en ciertos sectores de Haití a todo lo que huela a dominicano, y al accionar de bandas delincuenciales, exhortar a nuestros nacionales a que no visiten Haití para evitar extorsiones y secuestros y que si lo hacen sea a su cuenta y riesgo.
21.Designación en instituciones claves del Estado a personas que crean en la nación dominicana y les duela su presente y su futuro y no que colaboren en la materialización de agendas antinacionales que persiguen su disolución. Evitar por todos los medios, como se dice, “poner a la Iglesia en manos de Lutero”.
22.A fin de que el vecino país vea y se percate que la salvaguarda de la frontera es algo serio y transcendente para República Dominicana, sería conveniente crear batallones de las Fuerzas Armadas en la frontera física o trasladar el Ministerio de Defensa para allá como lo ha sugerido Ramón Alburquerque. De esa manera habría una disuasión a posibles incursiones de bandas haitianas y ante una posible avalancha de inmigrantes haitianos las Fuerzas Armadas puedan ejecutar “sus planes de contingencia”.
23.Pagar una labor de lobby en el Congreso norteamericano con la finalidad de que muchos congresistas entiendan y apoyen las posiciones dominicanas en términos de migración. En parte se podría contrarrestar el laborantismo del llamado “Black Caucus”.
24.Intensificar, como lo ha planteado el especialista en asuntos internacionales Dr. Iván Gatón, las labores del recién creado “Laboratorio Geopolítico” que establezca una estrategia y políticas públicas con apoyo de políticos y empresarios para que haya una “Política de Estado”. Como ha dicho el Dr. Gatón parece mentira que una política de Estado existiera en la Dictadura de Trujillo y no en la llamada etapa democrática que comenzó en 1961, lo cual debiera dar vengüenza.
25.Colaborar, en la medida de lo posible, a la estabilidad y desarrollo de Haití, teniendo en cuenta la ineludible realidad de “Una isla, dos naciones”. Son muchos los campos en los que nuestro país podría ofrecer asesorías que contribuyan al desarrollo de ese empobrecido país. Por último,
26.Fortalecimiento y divulgación de la cultura dominicana en escuelas públicas y colegios privados del país, en la diáspora dominicana en Estados Unidos y Europa y dondequiera que haya migrantes dominicanos y sus descendientes, muchos de los cuales aspiran, cuando les llegue el tiempo del merecido retiro, retornar a su país natal.
Conclusiones
Si no se combate, a tiempo y a destiempo como dice la Biblia, el gravísimo problema de la inmigración ilegal haitiana a República Dominicana, esta desaparecerá a consecuencia de que la clase política, el empresariado, sectores de la Iglesia católica y las instituciones civiles que han gobernado e influenciado en el país desde el 1961 hasta la fecha no han cumplido sus roles en el fortalecimiento de la conciencia nacional y más bien luce que lo que les ha interesado son sus particulares intereses y no los de la Nación.
Cuando se ve la situación actual, el caos social, la anomia (como lo planteara Diario Libre en el escrito de su columna “De buena tinta” titulado “Establecer régimen de consecuencia”, miércoles 11 de enero de 2023), y las traiciones a la existencia como nación de la República Dominicana hay la tentación de creer que las palabras pronunciadas por el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina en 1939 durante una graduación de la Universidad de Santo Domingo algún día podrían hacerse realidad. Dijo el dictador:
“Si mis manos se han manchado de sangre, ha sido para salvar de la haitianización del país a la generación de ustedes. Dentro de 50 años, la ocupación pacífica del territorio nacional por parte de Haití significa para ustedes que los haitianos podrán elegir autoridades dominicanas, podrán poner y disponer, podrán mandar a Duarte y los trinitarios al zafacón de la historia y anular para siempre sus ideales y su abnegada lucha, los cuales (ideales y lucha) no tienen ningún sentido para los haitianos.
“Estancados en su error, los haitianos piensan que este lado les pertenece y como ven que somos gente decentes y pacíficos, mansos vecinos que nunca en la historia les hemos invadido, creen que pueden venir aquí a hacer y deshacer. Hace poco andaban por ahí robando y matando reses a su antojo, como si fuesen animales silvestres y sin dueño o como si aquí no hubiera leyes ni autoridad, ahora han aprendido que aquí hay ley y hay autoridad.
“Jóvenes dominicanos, en esa gente no se puede confiar, cuiden su país y con más ahínco después de mi desaparición del escenario político nacional. Traten de preservar los programas de dominicanización fronteriza que yo he creado y ciertamente extiéndanle la mano al necesitado, concédanle incluso un rincón para vivir como ya hicimos al cederles Hincha, pero no dejen que les invadan sus casas ni sus haciendas, ni su patria y mucho menos que se las arrebaten con argucias o con fuerzas. Recuerden siempre las palabras sacrosantas de Juan Pablo Duarte: Dios Patria y Libertad”.
Hasta ahí las palabreas de Trujillo. Ojalá muchas de las cosas que ahí se dice no sucedan, aunque algunas veces uno cree que los que luchan por la nación dominicana están “clamando en el desierto” o “arando en el mar”.
Hoy día hace falta una “refundación” de la nación dominicana que elimine o reduzca paulatinamente, entre otras cosas, el papel de ciertos políticos que nos gobiernan para que no haya que darles fondos del Presupuesto Nacional que se financia con nuestros impuestos y préstamos que tendremos que pagar nosotros y nuestros descendientes. Hace falta que los ciudadanos, como se dice actualmente, “se empoderen” y creen nuevas formas en la llamada “res pública”.
Para eso se acerca un momento oportuno, ya que en el 2024 faltarán 20 años para el Bicentenario de la Independencia Nacional de Haití. Creo que es una fecha muy propicia para que todo el que se sienta dominicano trabaje en la salvación de República Dominicana teniendo en cuenta hoy día que como dijera Juan Pablo Duarte, el dominicano más excelso nacido en esta tierra, “nunca me fue tan necesario como hoy tener salud, corazón y juicio, hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.
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José Felipe Chez Checo: Nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1949. Estudió Filosofía en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino de 1967 a 1972 y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo obtuvo el título de Licenciado en Historia en 1975. Realizó los cursos para el Doctorado en Historia de la Universidad de Sevilla, España, dentro del programa de Humanidades impartido en el país por el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español.
Ha desempeñado varias funciones administrativas en el Museo el Hombre Dominicano (1978- 1981) y en el Archivo General de la Nación (1980-1981); fue director del Museo Nacional de Historia y Geografía (1981-1987), subdirector del Museo de las Casas Reales (1987-1997); y presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos (1995-1997).