No es mi intención realizar predicciones, pero sí quiero repasar cómo ha cambiado el mundo en los últimos tiempos y además, compartir la visión que tengo del país y su futuro.
Hacer predicciones siempre ha sido difícil, aún para mentes brillantes, muchos se han equivocado haciéndolas, por ejemplo: Thomas Watson, presidente de IBM en 1943 dijo que el mercado mundial para computadoras no pasaba de cinco máquinas.
Ken Olson, presidente y fundador de Digital Equipment, en 1977 dijo que no existía ninguna razón para que una persona quisiera tener una computadora en su casa.
Ambos se equivocaron de manera estrepitosa, hoy la demanda de computadoras en todas sus variedades luce ser ilimitada y en la mayoría de los hogares existe alguno de estos equipos, esos aparatos y las tecnologías ligadas a ellos controlan gran parte de nuestras vidas.
No es mi intención realizar predicciones, pero sí quiero repasar cómo ha cambiado el mundo en los últimos tiempos y además, compartir la visión que tengo del país y su futuro.
Hace muchos años, las principales preocupaciones de la humanidad eran el hambre, las enfermedades y las guerras; hoy en día esos eventos no han desaparecido, pero los avances de la ciencia y el mejor entendimiento entre las naciones los han convertido en asuntos controlables.
En estos momentos el hambre decrece y la obesidad es el problema, las epidemias prácticamente se han controlado gracias al descubrimiento de las vacunas y los antibióticos.
Las guerras no han dejado de existir, pero ya no son esas grandes conflagraciones que terminaban con la vida de millones de personas.
En resumen, estos avances que hemos señalado han aumentado las expectativas de vida de hombres y mujeres con todo lo positivo y negativo que esta longevidad acarrea.
Por los avances científicos que ya se conocen, las nuevas generaciones están llamadas a vivir muchos más años, pero tan importante como todos esos años que tendrán a su disposición, es lo que harán con sus vidas cuando se enfrenten a este mundo, que les ofrece todo, pero no les da nada.
Aunque la tecnología parece ser el centro de todo, existen problemas no ligados a ella que habrá que enfrentar. En mi opinión, la humanidad tiene en los flujos migratorios incontrolados y en el calentamiento global sus dos más grandes problemas, tan grandes son que podrían afectar la conformación de las naciones que hoy conocemos y la supervivencia del planeta tierra.
Ambas situaciones, ocasionadas por la insensatez y la ambición desmedida del hombre, que ha preferido el beneficio económico, al sacrificio que requiere una colectiva actuación responsable que asegure la supervivencia de nuestro planeta y evite lo que se vislumbra como una catástrofe colosal.
No hace mucho tiempo, las principales fuentes de generación de riquezas eran la agricultura, la minería, la banca, la industria y los ferrocarriles; actividades que se iniciaron de la mano de hombres visionarios, rudos y trabajadores que vencieron muchas adversidades. Hoy en día, las grandes fortunas han sido originadas por la creatividad, el conocimiento y la tecnología, es decir por el cerebro.
Hemos visto como personas muy jóvenes han generado de la nada colosos económicos, poniendo en ejecución una brillante idea con auxilio de la tecnología. Vemos como Bill Gates, Jeff Bezoz, Mark Zuckerberg, Jan Koum y Brian Acton, con su exitoso wahtsapps, se encuentran entre los hombres más ricos del mundo por el éxito de sus ideas. Ahora bien, no creo que el éxito y la felicidad en la vida se reduzcan al hecho de tener dinero, tenerlo no es nada malo siempre que sea bien habido; pero nada produce más satisfacción que amar lo que se hace, estar conforme consigo mismo y orgulloso de lo que hemos hecho en nuestro discurrir por la vida.
El comportamiento ético y las actuaciones responsables, que parecen haber perdido vigencia, por los malos ejemplos que nos han dado políticos y empresarios, deben ser pilares que normen nuestras vidas para beneficio de la Nación
Nada impide que un dominicano sea creador de ideas tan brillantes y productivas como las que se le ocurrieron a quienes hemos mencionado precedentemente, sólo es atreverse y pensar que se puede.
Como decía Mario Benedetti en uno de sus poemas:
No te rindas que la vida es eso
Continuar el viaje
Perseguir tus sueños
Destrabar el tiempo
Correr los escombros y destapar el cielo.
Actualmente vivimos en un mundo en permanente revisión, todos los que se consideraban paradigmas inmutables están cambiando, la familia, el matrimonio, el sexo, la religión y las relaciones interpersonales ya no son lo que eran.
La desconfianza en las instituciones impera y hoy son cuestionadas por muchos de nosotros, los partidos, los políticos, la policía, la justicia, los maestros, etc., casi siempre con razón. Este es un cuestionamiento que se produce a nivel mundial, y que podría a mediano plazo cambiar de manera drástica el ordenamiento económico y político que tenemos desde hace tiempo.
Hemos estado analizando lo que ocurre a nivel global, pero es imprescindible que miremos lo que acontece en nuestro país.
Es innegable que materialmente hemos progresado, en los últimos cincuenta años la República Dominicana se ha transformado, eso lo percibimos con facilidad; pero todavía somos una sociedad con muchas desigualdades y con demasiados pobres y eso tiene que cambiar.
A pesar de ese visible progreso, opino que moralmente nos hemos envilecido, los escándalos de corrupción y el narcotráfico parecen permear todas las capas sociales y eso es muy negativo.
En medio de esa situación, la justicia no juega su papel y luce que los ciudadanos se encuentran desprotegidos, a merced de la ambición de los poderosos, la voracidad de los políticos y el antojo de los delincuentes. Es evidente que el poder judicial tiene ataduras, vicios y debilidades institucionales y un país sin una justicia independiente, Ministerio Público y Jueces, es como un barco a la deriva. Todos debemos interesarnos porque el Poder Judicial cambie y juegue su papel, que no es otro que el de juzgar y condenar a todo aquel que viole la Ley sin importar sus vinculaciones políticas ni su relevancia social
Antes de terminar es imprescindible hablar de educación. Nuestro país en los últimos años ha construido una cantidad de nuevas aulas, un porcentaje importante del presupuesto del Ministerio de Educación se ha dedicado a esta actividad, sin embargo, la calidad de la educación que se imparte continúa siendo muy mala, tal y como lo demuestran las diferentes mediciones que sobre este particular se realizan periódicamente.
Es más que necesario que de una vez y para siempre se tomen las medidas para que se pueda impartir una educación de calidad, sin la cual no puede haber progreso ni desarrollo.
Tenemos que cambiar lo que en esta materia viene sucediendo, para que el país progrese a partir de competencias basadas en el saber, no en función de una mano de obra mal preparada y sin futuro.
Por último, tenemos el que considero el mayor problema que tiene la República Dominicana, Haití, nuestros vecinos han venido cayendo en una espiral descendente, siendo hoy un Estado fallido, en donde las instituciones no existen o no funcionan y el gobierno es prácticamente inexistente, el país es controlado casi en su totalidad por una serie de pandillas muy bien armadas, que siembran el terror en la población y paralizan la economía.
Ese desastre es lo que hace fronteras con nosotros, causándonos innumerables problemas al cruzar ilegalmente hacia nuestro territorio.
Hoy en día las relaciones entre los dos países se encuentran en un punto crítico.
Las Naciones Unidas acaba de aprobar el envío de una fuerza militar para que colabore con la Policía haitiana en la erradicación de las pandillas, por la magnitud de ese flagelo, no creo que una intervención militar de un año sea suficiente para solucionarlo.
No se me ocurre qué hacer para solucionar el enorme problema que tenemos frente a nosotros; pero creo sin temor a equivocarme, que cualquiera que ésta sea, impactará negativamente en nuestra Nación.