Maroteando y tigüereando en Gascue y zonas aledañas
En primera persona
En la zona donde nací existía una gran cantidad de árboles por doquier, existe un maravilloso libro de la desaparecida amiga Marcelle O. Pérez Brown “Gascue: Jardín Urbano”, propietaria de lo que fue el Atelier Gascue un gran centro cultural donde confluían artistas e intelectuales a tertulias espontaneas en la calle Leopoldo Navarro esq. Caonabo.
Siendo un “tigüerito” 8 o 10 años nos lanzábamos un grupito después que salíamos del Colegio Salesiano o algunos del Liceo Radhamés o República Dominicana a la aventura del maroteo, vivían en el barrio Vladimir Larrache Álvarez en la Rocco Cochia, Eli Lake con sus numerosos hermanos Guache, Wilson, Ángel y otros que no recuerdo su nombre vivían en la Pepillo Salcedo esq. Rosa Duarte al igual que César Olmos Vidal en la Rosa Duarte y otros que no recuerdo existían un enorme cantidad de árboles frutales como mangos, anacagüita, níspero, cajuil, jobo, limoncillos, vinagrillo, algarroba y otras frutas en grandes extensiones de terreno como el Golfito Tenis Club, “La Cochera” una enorme extensión donde pastaban los caballos que tiraban los coches de la antigua Ciudad Trujillo además construían los carruajes y los reparaban, estampaban los caballos y fabricaban las ruedas, unos herreros recubrían las ruedas de madera con un enorme aro de hierro.
Otro de nuestros sitios preferidos para marotear guineos principalmente era la gran extensión del “Hospital Internacional”, además maroteábamos pececitos de unas enormes piletas, a pesar de lo riesgoso que era pues los “Moliné, Goldfish, Cola Espada y Gupies” teníamos que transportarlos en la boca y había que volar la verja que daba a la avenida Francia y corríamos el riesgo de que los vigilantes nos atraparan e hicieran blanco con un disparo de “Bola de Sal” lo cual nos producía un rosetón rojo en la piel y luego un “nacío ciego” que había que esperar que madurara para explotarlo.
Me recuerda cuando nos encontramos Wilfredo Lozano López que al él llegar al barrio junto a su madre y sus hermanos Tommy y Rafa que yo tenía una crianza de pececitos en mi casa y el era uno de mis clientes lo era Willy.
Había otro grupo que lo lidereaba Pin, mi hermano y que lo componían un azuano tira piedra Melitón Fernández, Sigfrido y Emerson Caamaño Deñó, Ángel (Siriguilla) y Wilson Lake, Modesto Cuesta Ortega (el hijo de Pijito, después el Policía Bandido, cuando se enganchó a la PN), este grupo eran aficionados a fabricar tirapiedras, recuerdo que eran clientes de Muerto Parao o Sonámbulo en la calle Bartolomé Colón a comprar las gomas para estos instrumentos de caza y además de una orqueta de palo de guayaba.
Este grupo era selectivo con los pájaros que mataban por ejemplo al pájaro “bobo” no le tiraban porque “tenía gusanos”, pero el más demandado era el pájaro “carpintero” porque le compraba una institución del Estado la lengua a 0.25 centavos, el equipo mataba 10 y era más “cuartos que el diablo”, en muchas de las jornadas los domingos caían presos pero con la suerte de que el Teniente General Fausto Caamaño que vivía en el sector ordenaba que lo despacharan, regularmente del Destacamento de la calle Barahona con avenida Braulio Álvarez o en la calle Rosa Duarte con Avenida Bolívar, ya los agentes los conocían y no esperaban la orden de soltarlo.
Gascue “Barrio de Blanquitos”
Eso proclamaba la mayoría de la sociedad capitaleña percibía a Gascue como un sector de “Blanquitos” y era así porque mayormente vivían los españoles, italianos, judíos adinerados que habían emigrados a nuestro país pero además vivían los familiares, allegados y funcionarios del régimen de Trujillo, y sus “segunda bases o queridas” por ejemplo tenían sus casas Héctor Bienvenido Trujillo Molina junto a su esposa Alma McLaughlin Simó y la de su padre, el coronel Charles McLaughlin, Mario Abreu Penson, Tunti Sánchez y Moluco Cambiasso vivían en la doctor Delgado, Anselmo Antonio Paulino Álvarez, Telésforo Rafael Calderón, Fidel Méndez Núñez vivían en la Pedro Henríquez Ureña, Manuel Arturo Peña Batlle y Nieve Luisa Trujillo Molina en la Av. Francia, Joaquín Balaguer, Marina Trujillo Molina, Manuel de Moya Alonzo y Modesto Díaz en la César Nicolás Penson, Julieta y Japonesa Trujillo Molina, Fausto Caamaño Medina y. otros muchos más colaboradores cercanos de Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Pero en todo el sector de La Esperilla, Padre Las Casas y finalmente San Juan Bosco recuerdo cuando los curas estaban en “buena” con el jefe que le cambiaron hasta en nombre de la calle Pepillo Salcedo por San Juan Bosco, al salir los alumnos del Colegio María Auxiliadora y Don Bosco al mediodía el padre de un compañero llamado Daniel era asesinado frente a esa estatua y mantengo en mi memoria la imagen del asesino detenido por un famoso oficial llamado Ripley y conducido sonriente en un Jeep Willie de la Policía Nacional, dejando el hombre desangrarse en la acera como un mensaje claro a los curas, monjas y todos los estudiantes que presenciaban el crimen.
La Voz Dominicana, centro de homosexuales, pedófilos y lesbianas
¡Ten cuidado!, cuando caminen por la Voz Dominicana que hay muchos degenerados me decían mis hermanos y cuando me llevaban a la barbería “Los Tres Hermanos” Roberto, Manasé, Sergio y Epimenio que en realidad eran 4 me llevaba mi hermano Héctor René pues quedaba detrás de ese palacio Radiotelevisor en la calle Manuel Ubaldo Gómez esq. Barahona y era “zona de peligro” por los bailarines, músicos y cantantes, pero además habían unos buscones como Felipe “Gladiolo” Acosta, agente “celestino” que le diligenciaba chicos y chicas a una hermana del dictador llamada Nieve Luisa que era sexualmente muy activa tanto con jovencitas como con jóvenes, su residencia era en la avenida Francia, pero tenía una casa que empleaba para esos fines el avenida Presidente Ríos y hasta un abogado y Juez de Paz Emilio Pérez Caamaño (Cacarita) que le pusieron ese apodo muy apropiado. Y existía un reconocido homosexual puertorriqueño Rafael Távarez Labrador, más conocido como «Paco Escribano», quien fue un humorista y locutor que tenía un programa radial con una enorme audiencia y utilizaba unas parodias como esta.
La fama homosexual de Ciprián le inspiró a Paco Escribano a cantar que más que cantar era una especie de amenaza: “Ciprián el que vende chinas, es un tipo popular, la gente por las esquinas no se cansa de gritar: Ciprián, el que vende chinas, te quiere ver, …”
Pero en una oportunidad cometió un grave error instalando un cruza calle en la avenida Real en Villa Duarte que decía: “Todo lo que soy se lo debo a Trujillo” y duró menos de 12 hora colgado.
Un recuerdo, estando en un encuentro de amigos en la azotea de la Academia Renacimiento y teníamos de anfitriones a Rubén y Fernandito Silié Valdez, uno de los invitados era un profesor de gramática y en un momento lo escuchamos decirle a uno de los compañeros. “Mira, yo siento por ti, no se como explicarte, es algo así, como una madeja, una madeja, ¿tu entiendes?…
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